jueves, 19 de marzo de 2009

Estudiar y trabajar: ¿se puede?

Por el Lic. Guillermo SUÁREZ Director de la Modalidad SENIOR de la Universidad Empresarial Siglo 21
En diversas y múltiples oportunidades nos hemos preguntado, y con seguridad fue tema de debate, si trabajar imposibilita llevar a cabo una carrera universitaria. En ese sentido, las respuestas han sido tan distintas como experiencias y oportunidades se han presentado en cada una de las personas que intentaron o intentan la complementariedad o paralelismo entre responder a los compromisos laborales y cumplir con las exigencias académicas de una carrera de grado.
Nuestra constante gestión educativa en este particular estudiante que día a día se multiplica en la sociedad argentina y latinoamericana, nos permite identificar en ellos dos necesidades fundamentales:
Conciencia de un proyecto universitario.
Una Universidad pensada para quienes trabajan.
Conciencia de un proyecto universitario:
Quien trabaja posee una prioridad que se define en responder a las metas y exigencias que esa obligación laboral demanda. Ahora bien, cuando en su agenda aparece “estudiar” y en ese concepto van incluidos otros como: responsabilidad; constancia; tiempo y dedicación, puede y es natural que suceda una dicotomía entre el deber y el querer. En otras palabras, a este “ser trabajador”, se le suma “ser universitario”.
Pues bien, la decisión de iniciar un nuevo camino con estos dos desafiantes roles implica una toma de decisión que no debiera definirse sin una previa planificación.
De todos modos, son, serán y seremos muchos quienes trabajando decidamos impulsados por un sueño; anhelo u objetivo incumplido comenzar una carrera en la Universidad.
Una Universidad pensada para quienes trabajan:
La Universidad debe tener como soporte una sólida capacidad de renovarse y definir cambios organizativos que flexibilicen su funcionamiento, en la base constitutiva que el alumno desarrolle su función central, responsabilizándose paulatinamente de su aprendizaje.
En este aspecto, el desafío se consolida en aplicar las metodologías y modalidades de enseñanza que faciliten al universitario que trabaja acceder a su formación académica y responder a las exigencias que ello implica. Por ejemplo;
• Nuevas tecnologías en materias de educación, que brindan mayores espacios de transmisión del conocimiento.
• Docentes con alta performance, que en su actividad áulica presencial y/ó presencial en la web, sean capaces de motivar, contener y acompañar al alumno.
• Departamentos de orientación al estudiante donde profesionales de la psicología y psicopedagogía asistan al alumno en mejores prácticas y técnicas de estudio; administración de sus tiempos entre trabajo y universidad; manejo de sus emociones en situaciones de examen, como así también la superación de otros factores que se encuentren obstaculizando el regular cursado de su carrera.
• Políticas y acciones institucionales precisas que garanticen la convivencia universitaria, mediante la confortabilidad en el cursado; orden en las operaciones diarias como optimización del tiempo en los procesos administrativos, logrando que el alumno solo deba dedicarse a su misión: “Estudiar”.
• Espacios continuos de diálogo universitario, donde el escuchar, analizar e interpretar las necesidades del alumno sean las metas constantes en pos de alcanzar la mejora continua en su formación.
De esta manera, nos encontramos con una Universidad capaz de lograr empatía con su alumno, respondiendo absolutamente a los estándares de calidad académica esperados en un profesional del siglo 21.
En este marco, la base de la formación se encuentra garantizada en la participación y compromiso Alumno-Universidad, es decir, un alumno convencido de asumir la responsabilidad de “ser universitario” y una Universidad receptora de “Universitarios que trabajan”.
Concluyendo entonces, mediante este análisis compartido y dada nuestra propia experiencia, estudiar y trabajar SE PUEDE!.